La Hora: A un mes del terremoto, los niños son los más vulnerables

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    Las secuelas del terremoto de 7,8 grados suscitado el 16 de abril, la situación de los niños y los adolescentes en las zonas afectadas de Manabí y Esmeraldas es uno de los temas de mayor preocupación. En la ‘zona cero’ se estima que 119.200 chicos de entre 5 y 17 años no pudieron arrancar el nuevo año lectivo (ciclo Costa) el 2 de mayo, debido a que el sismo afectó las estructuras de 280 planteles.

    La cifra la proporcionó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), basado en datos del Ministerio de Educación para reubicarlos en nuevos planteles hasta el próximo 4 de julio.

    Al tema educativo se suman otros más graves, como saber cuántos menores quedaron huérfanos, cuántos perdieron sus viviendas o cuántos sufren alguna discapacidad.

    Las organizaciones dedicadas a protegerlos esperan de que el censo que adelanta el Gobierno en la zona del desastre permita conocer estas realidades, para definir el tipo de ayuda humanitaria que necesitan.

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    “Un trabajo fundamental en este tipo de respuestas es mantener la alerta y la atención a la infancia y a las distintas necesidades que requieren”, dice María Villalobos, de Save the Children, quien estima que habrían alrededor de 200.000 niños afectados en distinta magnitud.

    Agrega que se debe actuar “lo más rápido posible” para que ellos y sus familias puedan diseñar “un proyecto de vida” y no caigan en depresión.

    Enfoque
    Rossana Viteri, directora de Plan International Ecuador, dice que la respuesta a la emergencia será más efectiva si incluye un enfoque de género.

    “Sabemos, por experiencias previas, que cuando ocurre un desastre las situaciones de violencia y abuso se incrementan, especialmente en los albergues, de ahí que tengamos que prestar especial atención a los temas de protección”.

    Según Plan International Ecuador, si no se ofrecen respuestas con enfoque de género es probable que a medio y largo plazos las niñas y las adolescentes tengan menos oportunidades en el futuro. “No queremos que por ser niñas, por haber sufrido una catástrofe como esta y por quedarse sin medios de subsistencia, los papás y las mamás decidan sacarle a su hija de la escuela para dedicarse, por ejemplo, al trabajo infantil doméstico”, sostiene Viteri.

    Primeras acciones

    En Manabí y la zona sur de Esmeraldas, organizaciones como Save The Children y Plan Internacional instalan “espacios amigables” donde los niños están seguros y protegidos mientras desarrollan actividades lúdicas y deportivas que les permiten generar resiliencia y superar el trauma.

    Por medio de redes sociales también se promueven iniciativas para ayudarlos; en Facebook, por ejemplo, hay una página denominada ‘Padrinos Solidarios’ con la que se propone un mecanismo para tener ‘ahijados’ en la zona del desastre.

    Cifras:

    350.000

    personas resultaron afectadas por el sismo en distinta medida y requieren ayuda humanitaria, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

    660

    personas murieron a causa del terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter, según la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos.

    $73 millones

    de dólares se requiere para brindar una atención directa a los afectados, según las estimaciones de la ONU, que hizo un llamamiento internacional a finales de abril para conseguir ese monto.

    7.633

    familias (28.911 personas) se encuentran en albergues de acuerdo con los datos del Ministerio de Inclusión Económica y Social, con corte al 11 de mayo.
    113

    personas fueron rescatadas con vida de entre los escombros y otras 17.000 requirieron atención en salud, según estadísticas oficiales.
    1.400

    réplicas del terremoto con epicentros en Manabí, en su mayoría, y en Esmeraldas contabilizó hasta el viernes pasado el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional.

    Confirmado.net  / La Hora

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